Enrique VI, el niño que fue coronado rey de Inglaterra y de Francia «por culpa de Juana de Arco»
Entrada extraida del libroLos Plantagenet
El de Enrique VI es un caso único en la Historia. Fue la única persona que llegó a ser coronado simultáneamente como rey de Inglaterra y como rey de Francia. Sin embargo, su coronación tuvo que ser organizada de manera apresurada, ni en un lugar ni en el otro llegó a gobernar pacíficamente, terminó perdiendo ambas coronas y murió en sospechosas circunstancias cuando se encontraba preso en la Torre de Londres.
Enrique VI nació el 6 de diciembre de 1421 en el castillo de Windsor. Su padre era el rey de Inglaterra Enrique V y su madre la princesa francesa Catalina de Valois. El panorama para la pareja cuando nació su hijo no podía ser más halagüeño: Enrique V había asestado un golpe mortal al enemigo francés en la guerra de los Cien Años con su resonante victoria en la batalla de Agincourt (1415). A partir de ese momento había campado a sus anchas por territorio francés hasta que el rey Carlos VI (apodado el Bienamado, pero también el Loco por sus periódicos episodios de demencia que le incapacitaban para gobernar) terminó por firmar en 1420 el tratado de Troyes por el que reconocía a Enrique V como heredero del trono francés y le concedía la mano de su hija Catalina de Valois.
El tratado fue ratificado por el parlamento francés, que apartó además de la sucesión al delfín Carlos, implicado en el oscuro asesinato del duque de Borgoña. Lo único que tenía que hacer el rey inglés era regresar a su país y esperar a la muerte del inestable monarca francés. El que Catalina le diera rápidamente un hijo y el que este fuera varón, no hacía sino ratificar el brillante panorama que esperaba a la monarquía inglesa. Pero en 1422 Enrique V tuvo que volver a Francia a hacer frente a una rebelión, lo que le obligó a un largo e insalubre asedio a la ciudad de Meaux, donde enfermó y murió en Vincennes el 31 de agosto de 1422.
Enrique V, el héroe de Agincourt
La muerte de Enrique V supuso un vuelco absoluto a la gloriosa situación que se presentaba para los intereses ingleses. El héroe guerrero de Agincourt había sido designado heredero de la Corona francesa y se encontraba en posición de hacer realidad el sueño que ni siquiera el iniciador de la guerra de los Cien Años, Eduardo III, había creído posible: unificar bajo su mando las Coronas de Francia e Inglaterra e iniciar una nueva era para ambos países.
Su prematura muerte dejaba sin efecto todos estos ambiciosos proyectos, y el hecho de que sólo hubiera tenido tiempo de engendrar un hijo y que este ni siquiera tuviera un año cuando su padre murió, suponía un gravísimo freno en las aspiraciones inglesas sobre Francia, donde se había producido una clara división marcada por la frontera del río Loira, entre el norte del país, dominado por Inglaterra con el apoyo del ducado de Borgoña, y el sur, en el que los seguidores del delfín habían nombrado a este como sucesor de su padre y rey con el nombre de Carlos VII. La primera acción militar tras la muerte de Enrique V tuvo lugar en 1428 cuando el duque de Bedford puso sitio a la ciudad de Orleans.
En la zona de Francia dominada por los ingleses buena parte de los habitantes franceses no reconocían de grado el sometimiento al rey de Inglaterra. Para ellos los sentimientos hacia los vecinos del otro lado del Canal oscilaban entre considerarlos como invasores hasta odiarlos. Ello hacía que proliferaran los actos de hostilidad por parte francesa y los de dura represión por parte inglesa.
El asedio de Orleans se había iniciado con buenas noticias para los franceses cuando el conde de Salisbury falleció en las primeras fases del combate. Pero habían llegado refuerzos para los sitiadores y un intento de liberar la cuidad el 12 de febrero de 1429 fracasó en la llamada jornada de los arenques. La desmoralizada guarnición de la ciudad ofreció rendirse al duque de Borgoña, pero el duque de Bedford rechazó la propuesta. El contingente borgoñón se retiró del asedio, pero los ingleses lo mantuvieron.
Para el rey francés la liberación de la ciudad se había convertido en una obsesión. Fue entonces cuando en la corte de Carlos VII en Chinon se presentó a finales de febrero o principios de marzo de 1429 una joven de diecisiete años, Juana de Arco, manifestando que Dios se le había aparecido ordenándole guiar a los ejércitos franceses a la victoria contra Inglaterra. En su visión a ella le correspondía la doble tarea de levantar el asedio de Orleans y hacer coronar al verdadero rey de Francia en Reims. Fuese porque se rindieron a su místico discurso, fuese porque la consideraron útil para sus fines, el caso es que el rey y sus consejeros decidieron facilitar a la joven un ejército, un caballo y una armadura y la enviaron a levantar el sitio de Orleans.
Juana de Arco
Antes de entrar en campaña la joven envió un desafío a los ingleses en el que les conminaba a devolver Francia en nombre del «Rey del Cielo». Su llegada a Orleans se produjo el 29 de abril. En los días siguientes llegaron más refuerzos franceses, lo que animó a los habitantes de la ciudad a intentar una salida. El día 8 de mayo, después de que tres de sus fortificaciones fueran tomadas por los franceses, los ingleses levantaron el sitio.
Animado por las noticias, Carlos rompió las líneas inglesas, derrotó al enemigo en la batalla de Patay el 18 de junio y avanzó hasta tomar Reims, lugar tradicional de la coronación de los reyes de Francia, donde se llevó a cabo su ceremonia el 17 de julio de 1429. La doble tarea de la visión de Juana de Arco se había completado.
La intención del Consejo del Reino en Inglaterra era que la coronación de Enrique VI como rey se produjese una vez que hubiera alcanzado los catorce años. Pero la situación en Francia creada a raíz del papel jugado por Juana de Arco hizo que la decisión tuviera que modificarse de manera precipitada. El 5 de noviembre de 1429 fue coronado como rey de Inglaterra en Westminster. Y se hicieron planes para que se celebrase su ceremonia de coronación como rey de Francia en Reims.
Pero la situación militar en el continente no hacía sencillo cumplir con estos planes. Hubo que esperar hasta diciembre de 1431 para ver a Enrique VI coronado como rey de Francia, pero no en Reims sino en París. Curiosamente fue este hecho, que suponía que por primera vez un mismo monarca había sido coronado tanto en Westminster como en Nôtre Dame y, por tanto, como rey de Inglaterra y Francia simultáneamente, el que supuso el inicio del declive del dominio inglés en el continente. El ducado de Borgoña abandonó su alianza con Inglaterra y, mientras los tres regentes ingleses (el duque de Bedford, el conde de Gloucester y el cardenal Beaufort) discrepaban sobre la política a seguir, se produjeron conversaciones de paz a múltiples bandas en Arras en 1435 que concluyeron sin acuerdo entre franceses e ingleses. Las cosas empeoraron en septiembre de ese año cuando, a consecuencia de lo tratado en Arras, se formalizó la alianza entre Francia y Borgoña y cuando murió el duque de Bedford.
El resto del reinado de Enrique VI estaría marcado por los problemas tanto en Francia como en Inglaterra, donde moriría (posiblemente asesinado) en 1471 cuando se encontraba cautivo en la Torre de Londres... pero esa es otra historia, parte de ella narrada en las entradas dedicadas al tratado de Tours y al reinado de Eduardo IV de Inglaterra.
Imágenes| Wikimedia commonsFuentes|
Dan Jones. Plantagenets, The Kings Who Made England. Londres, Ed. William Collins, 2012.
Peter Ackroyd. A History of England. Volume I (Foundations). Londres, Ed. McMillan, 2011.
Roy Strong. The Story of Britain.Londres, Ed. Pimlico, 1998.
Simon Schama. A History of Britain. Londres, BBC Worldwide Limited, 2000.
Derek Wilson. The Plantagenets, The Kings That Made Britain. Edición ebook, Londres, Quercus Edition Ltd., 2014.
Comentarios
Publicar un comentario