Leonor de Aquitania (III): madre de reyes


Podría pensarse que el papel protagonista de Leonor de Aquitania tras la muerte de su esposo Enrique II, con la que terminaba la segunda entrada dedicada a ella, había terminado con el acceso al trono de su hijo Ricardo. Pero ni el carácter de los dos vástagos a los que vio reinar, ni la relación entre ellos se lo permitieron... aunque es posible que el propio carácter de Leonor tampoco le hubiese llevado a un tranquilo  retiro en la abadía de Fontevrault.
La subida al trono de Inglaterra de Ricardo supuso el típico torbellino característico del rey que ha pasado a la historia con el sobrenombre de Corazón de León: coronación en Londres, recaudación exhaustiva de fondos para su proyectada aventura en Tierra Santa («vendería Londres si encontrara un comprador», puso en su boca un cronista de la época) y partida hacia las cruzadas.
Durante los primeros años del reinado de Ricardo, Leonor tuvo un papel protagonista, a veces deseado y a veces no, en diversos y significativos hechos:
1.- Un viaje a España para acompañar a la futura esposa de Ricardo, Berenguela de Navarra. Los motivos de este enlace y el papel jugado en él por Leonor fueron analizados en la primera de las entradas dedicadas a Berenguela en el blog.
2.- Leonor tuvo que frenar las ansias de su hijo pequeño Juan por hacerse con el trono de su hermano. Juan sin Tierra había incumplido la promesa dada a Ricardo de no poner pie en territorio inglés en el plazo de tres años (mientras este estaba en las cruzadas) y además aprovechando un incidente entre el canciller del reino, William Longchamp, y su hermanastro Godofredo, arzobispo de York, aceleró sus planes de hacerse con Inglaterra. Godofredo desembarcó en Dover (aunque también había prometido no volver a Inglaterra) y fue detenido y apresado por las fuerzas de Longchamp, a pesar de acogerse a sagrado en una iglesia. Juan, ya en Inglaterra por entonces, convocó un consejo de nobles y miembros del clero; tanto él como Longchamp se dirigieron a Londres. Este último llegó antes y trató de convencer a los londinenses de que cerraran las puertas al príncipe, pero los ciudadanos se negaron y acusaron a Longchamp de ser «un traidor y perturbador de la paz del reino»; Longchamp se encerró en la Torre de Londres y Juan fue recibido entre vítores a su llegada a la ciudad. Al día siguiente el consejo de nobles y obispos destituyó de sus cargos a Longchamp, que se había ganado la inquina de todo el reino por su proceder despótico y su búsqueda del provecho personal, sustituyendo a hombres competentes por otros de su cuerda y poco preparados que solo defendían sus intereses. El consejo decidió asimismo nombrar a Juan regente del reino. Y todos sus miembros (empezando por el príncipe) renovaron su juramento de lealtad a Ricardo, comprometiéndose el resto a obedecer a Juan mientras el rey estuviese ausente y a aceptarlo como rey si su hermano no retornaba al país. Leonor estaba dispuesta a que este evento no tuviese lugar.
3.-Ricardo fue hecho cautivo a la vuelta de Tierra  Santa, de donde zarpó en octubre de 1192. Si no hubiera sido por su madre, nunca hubiera retornado a Inglaterra. En noviembre de 1192, a cincuenta millas de Viena y mientras cruzaba los territorios del duque Leopoldo de Austria, Ricardo fue reconocido y hecho preso. En febrero de 1193, Leopoldo a su vez procedió a entregar a precio de oro a Ricardo a su soberano, el emperador del Sacro Imperio Enrique VI, quien encerró al rey inglés en el castillo de Hagenau y solicitó un cuantioso rescate para liberar a su prisionero. Tanto Felipe de Francia como sobre todo Juan sin Tierra reaccionaron con gran alegría ante la noticia y trataron de conseguir que Enrique mantuviera cautivo a Ricardo. Sin embargo, a pesar de encontrarse preso, Ricardo pudo maniobrar para enderezar las cosas en su país y que se designara como arzobispo de Canterbury y canciller a Hubert Walter, compañero suyo en la aventura en Tierra Santa. Walter fue capaz de contrarrestar las maniobras de Juan para apoderarse de la corona y con la inestimable ayuda de Leonor de Aquitania consiguió exprimir a nobles, comerciantes, clero y en general al pueblo inglés hasta conseguir la cifra del rescate requerida por Enrique VI para devolver la libertad a Ricardo. La liberación se produjo el 4 de febrero de 1194, contra el pago de cien mil marcos y la promesa de abonar otros cincuenta mil, en garantía de la cual diversos rehenes fueron entregados al emperador. Este llegó a exigir que Ricardo le entregase en prenda la corona de Inglaterra, que le sería devuelta posteriormente como símbolo de vasallaje bajo el emperador. Leonor convenció a su hijo de que aceptara incluso esta humillante condición, haciéndole ver que lo importante era recobrar la libertad.
Durante el resto del reinado de Ricardo, Leonor hizo juegos malabares para que este en primer lugar perdonara a Juan por sus maniobras durante su cautiverio y en segundo lugar le designara su heredero si, como fue el caso, moría sin descendencia. En más de una ocasión Corazón de León pensó en apartar de la línea sucesoria a su hermano y designar a su sobrino Arturo de Bretaña. Pero cuando en marzo de 1199 sufrió una herida en el asedio de Chalus-Chabrol y estuvo diez días convaleciente antes de fallecer, su madre se personó en su lecho de muerte.
Arturo, por entonces ya duque de Bretaña, había sido puesto por su madre y los nobles bretones bajo la custodia del rey de Francia. Ricardo no tenía intención de nombrar heredero a un adolescente que se encontraba bajo la influencia de su peor enemigo. Este hecho, junto con los constantes esfuerzos de su madre Leonor de Aquitania, fue decisivo para que Ricardo designara como heredero a su hermano Juan y no a su sobrino Arturo. En cuanto a sus súbditos ingleses, se trataba en realidad de elegir entre un mal menor; el poco popular pero adulto e independiente Juan o el joven e inexperto Arturo, apoyado por el rey de Francia.
Una mujer que había tenido dos maridos que lucieron las coronas de Francia e Inglaterra, tres hijos que fueron coronados reyes de Inglaterra, que recorrió buena parte del mundo conocido desde las cruzadas hasta Hispania y que rondaba los ochenta años, bien podía permitirse pasar en paz sus años finales. Pero en el año 1200 Leonor decidió que estaba en forma para una función más como celestina, muy significativa para lograr la paz entre los reinos de Francia e Inglaterra que tan caros le eran. Volvió a viajar a Hispania, con el fin de buscar una novia para el delfín Luis de Francia. La hija de Leonor, que había heredado su nombre, era la esposa del rey de Castilla Alfonso VIII y tenía dos hijas en edad casadera. Leonor de Aquitania viajó al reino castellano y eligió de entre ellas a Blanca para que la acompañara para ser la esposa del que sería Luis VIII de Francia y madre de San Luis. En el blog ya hemos hablado de Blanca de Castilla.
Tras su nueva función como casamentera, a Leonor de Aquitania todavía le quedaba pasar por una última prueba: ser asediada por un ejército liderado por su nieto, Arturo de Bretaña. Cuando Arturo cumplió dieciséis años fue armado caballero por Felipe Augusto de Francia y prometido a una de sus hijas, lo que suponía un reconocimiento a su mayoría de edad y una forma de decir al mundo que estaba dispuesto a luchar por su herencia. Felipe puso a su disposición una fuerza de doscientos hombres y Arturo se unió a ellos en Tours, desde donde trataron de hacer prisionera a Leonor de Aquitania, que se refugió en el castillo de Mirebeau y tuvo tiempo de enviar un mensajero informando a Juan sin Tierra, que se encontraba en Le Mans. Juan acudió con el típico estilo angevino (recorrió ciento cincuenta kilómetros en cuarenta y ocho horas) en auxilio de su madre y sorprendió a las fuerzas de Arturo, que fue hecho prisionero el 1 de agosto de 1202.
La liberación de Leonor del asedio de su nieto por parte de su hijo Juan puede interpretarse como un final acto de reconciliación entre una madre y el hijo al que en muchas ocasiones negó su apoyo por anteponer los intereses de su amado Ricardo Corazón de León. Ya anciana, y muy posiblemente desconociendo el destino que su hijo Juan destinaba a su nieto Arturo, Leonor se retiró a la abadía de Fontevrault donde murió el 1 de abril de 1204 y donde está enterrada. Moría con ella uno de los personajes más notables de la Edad Media europea.
Fuentes| Dan Jones. Plantagenets, The Kings Who Made England.. Ed. William Collins, Londres.1ª edición (2103)
Peter Ackroyd. A History of England Volume I (Foundations).Ed. McMillan, Londres. 1ª edición (2011)
Roy Strong. The Story of Britain.Ed. Pimlico, Londres. 1ª edición (1998)
Simon Schama. A History of Britain.BBC Worldwide Limited, Londres. 1ª edición, cuarta reimpresión (2000)
Derek Wilson. The Plantagenets, The Kings That Made Britain. Quercus Edition Ltd., Londres. Edición ebook (2014)
Marc Morris. King John: Treachery, Tyranny and the Road to Magna Carta. Cornerstone Digital. Edición ebook (2015)

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿De dónde viene la expresión «negar el pan y la sal»?

¿Jugaban los sajones al fútbol con cabezas de daneses decapitados?

Nuevo libro de Daniel Fernández de Lis: De Covadonga a Tamarón