Berenguela de Navarra (II) «humildísima anterior reina de los ingleses» y Dama de Le Mans


Terminamos la primera entrada dedicada a Berenguela de Navarra, con el fallecimiento de su esposo Ricardo Corazón de León. Si hubiese engendrado un heredero de Ricardo, su futuro hubiera seguido ligado a la alta política, bien como regente o bien como encargada de la educación del nuevo rey. Pero al no haberlo hecho, sus expectativas eran solo dos: un nuevo matrimonio o el retiro en un convento, que no necesariamente implicaba la obligación de profesar en una orden.
En el caso de la viuda de Corazón de León, su situación era más compleja todavía debido a sus circunstancias. Aun en el supuesto de haberse preocupado por el destino de su cuñada, que no era el caso, el sucesor de Ricardo, Juan sin Tierra, tenía bastantes problemas tratando (infructuosamente) de conservar los territorios familiares heredados en el continente. Tampoco por parte de Felipe de Francia iba Berenguela a encontrar mucha simpatía por la viuda de su viejo rival Plantagenet. Y desde luego nada podía esperarse de su suegra Leonor de Aquitania, que debía echarle en cara su fallida relación marital y que también tuvo sus propias dificultades con el rey de Francia, que estuvo a punto de hacerla su prisionera en una ocasión.
Hay que tener en cuenta que la situación en las posesiones continentales de los Plantagenet no era sencilla en esos años, pues cualquiera de sus poblaciones o castillos podía quedar bajo asedio francés y caer en manos de Felipe. Berenguela pasó los primeros años de su viudez vagando de una a otra de las ciudades angevinas que habían sido de su marido (Beaufort, Chinon, Fontevraud) o junto a su hermana Blanca en Champaña, hasta que en 1204 se instaló definitivamente en Le Mans, donde residiría los restantes veintiséis años de su vida.
Berenguela llegó a un acuerdo con Felipe de Francia, cediendo las propiedades que le habían correspondido como viuda de Ricardo (Falaise, Domfront y Bonneville), y reconoció a Felipe como señor feudal, a cambio de la ciudad de Le Mans y una cantidad de mil marcos esterlinos. Durante el resto de su vida Berenguela no usó los títulos de duquesa de Normandía o condesa de Anjou, sino que firmaba todos sus escritos como «la humildísima anterior reina de los ingleses», aunque el apelativo con el que fue conocida fue el de Dama de Le Mans.
La situación financiera de Berenguela no era fácil. No contrajo nuevo matrimonio y tuvo que reclamar en repetidas ocasiones y sin mucho éxito a Juan sin Tierra la dote por las tierras que le habían correspondido al quedar viuda y que habían sido ya fijadas desde la celebración de su matrimonio con Ricardo. En el año 1200 se firmó entre ellos un documento por el que el rey se comprometía a abonar a Berenguela mil marcos anuales, pero a pesar de numerosas reclamaciones por parte de ella e incluso de admoniciones del papa a Juan para que hiciera frente al pago, el asunto se demoró muchos años más. En 1215 el rey escribió a Berenguela señalando que se estaban realizando negociaciones sobre el tema e instándole a guardar la debida confidencialidad sobre el asunto. En septiembre de ese año ambos firmaron un acuerdo sellado por el papa por el que Juan se comprometía a abonar a la navarra dos mil marcos y los pagos atrasados, además de dos cuotas de mil libras esterlinas.
Pero en 1216 el rey inglés comunicó a su cuñada que no podría hacer frente al pago acordado, puesto que sus campañas en Francia le habían arruinado. Por si no fuera suficiente agravio después de tantos años, la carta concluía que estaba seguro que ella entendería la situación. Años de persistente reclamación de lo que no eran sino sus derechos se quedaban en nada, a pesar del gran apoyo recibido por parte del papa, pues ese mismo año Juan sin Tierra fallecía.
En 1218, el nuevo papa Honorio III reitera a la reina viuda la protección especial del papado como reconocimiento a su devoción especial hacia la Santa Sede. Y las presiones dieron finalmente resultado cuando el hijo de Juan sin Tierra, Enrique III procedió a pagar por fin la deuda con Berenguela, que ascendía ya a cuatro mil quinientos marcos y que fue abonada en un plazo de cinco años.
En Le Mans, donde pasó los últimos veintiséis años de su vida, Berenguela es recordada por sus generosas contribuciones a las iglesias y conventos de la ciudad, dejando lo que un autor define como «persistente perfume de caridad». Era la patrona y protectora de la iglesia colegial de St.Pierre que ya desde antes de la llegada de la reina había tenido diversos choques con el poderoso cabildo de la catedral de la ciudad, por motivos de recaudación de impuestos y de sanciones a los morosos en el pago de los mismos. Berenguela nunca dio su brazo a torcer y defendió en diversas ocasiones su postura ante el papa. Incluso llegó a abandonar la ciudad durante un período en que el cabildo de la catedral dictó un interdicto contra la iglesia de St.Pierre; pasó ese tiempo en unas propiedades que había adquirido junto con Ricardo en vida de este en la localidad de Thorée,
Cuando regresó a Le Mans, recibió el cariño de la población que reaccionó indignada ante el insulto del que entendían había sido objeto por parte del cabildo catedralicio. Su popularidad provenía de sus generosas donaciones a iglesias (incluida curiosamente la catedral), órdenes religiosas e instituciones benéficas que se dedicaban a ayudar a los pobres y a los enfermos. Hay que resaltar, sin embargo, que parte de estas donaciones y ayudas provenían de la adquisición a bajo precio de propiedades de judíos que eran obligados a convertirse y vender sus bienes muy por debajo de su valor.
Sobre la vida personal de Berenguela en esos años se sabe poco. Puede que contemplará la posibilidad de regresar a Navarra, pues en 1219 el rey Enrique III expidió sendos certificados para ella y sus mensajeros para viajar a su tierra natal, aunque no consta que realizara dicha visita. Sí hay registros que acreditan que mantuvo el contacto con su hermana Blanca, que ejercía como regente en nombre de su hijo Teobaldo en Champaña.
En los últimos años de Berenguela, la situación a su alrededor había cambiado ostensiblemente. Tanto Felipe Augusto como su hijo Luis VIII habían fallecido y reinaba en Francia Luis IX (San Luis), con el apoyo y consejo de su madre, Blanca de Castilla (sobrina de Berenguela). Eso permitió que la relación con sus señores feudales mejorara de manera notable y que le ayudaran en el proyecto con el que Berenguela buscó dejar su huella en la historia: la fundación de la abadía cisterciense de Pietas Dei de L’Epau (Notre Dame de la Piété-Dieu).
Luis IX le cedió los terrenos donde la misma se edificó, aunque la reina debió poner una importante cantidad de su bolsillo para solucionar un litigio sobre la propiedad del solar y para adquirir algunas tierras colindantes. No fue casualidad que Berenguela eligiera para ello a la orden del Cister, pues esta tenía importantes conexiones tanto con Navarra como con su fallecido esposo Ricardo. La construcción de la abadía avanzó a buen ritmo y los monjes se instalaron en ella en mayo de 1230. El sello de la abadía representaba a una dama que en la mano izquierda sostiene una cruz coronada con una paloma bajo un tallo con varias flores de lis y en la izquierda una flor. A su alrededor las inscripiciones: «Condesa de los normandos y los angevinos» y «Berenguela, por la gracia de Dios reina de los ingleses».
Ya era tiempo. Solo unos meses después, en diciembre de 1230, Berenguela de Navarra falleció en Le Mans. Fue enterrada en la abadía que había fundado, aunque durante la Guerra de los Cien Años la abadía ardió por completo. Fue reconstruida años después y tras de la Revolución francesa pasó a manos privadas. Los alemanes la requisaron durante la Segunda Guerra Mundial y terminada esta pasó a propiedad pública y fue restaurada en los años sesenta.
Se cree que la tumba fue objeto de saqueo en diversas ocasiones desde el siglo XIV y la estatua de la reina que la presidía se trasladó a la catedral de Le Mans en 1821. En 1960, bajo el suelo de la antigua sala capitular de la abadía, se descubrieron los restos de una mujer. El hallazgo provocó una gran polémica sobre si se trataba o no de los restos de Berenguela. Un informe de la facultad de medicina de la Universidad de Caen hizo que la mayoría de expertos se decantase por la respuesta afirmativa. Y tanto la efigie como los restos encontrados en 1960 fueron reubicados en la nueva sala capitular de la abadía, donde se puede visitar hoy.
Fuente| Ann Trindade: Berenguela de Navarra, reina de Inglaterra. Buscando a la consorte de Ricardo Corazón de León.

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