Sobre la supuesta homosexualidad de Ricardo Corazón de León


Aunque con carácter general los comentarios que recibo en el blog y en la página son de carácter positivo y cuando plantean discrepancias sobre lo que escribo lo hacen desde el respeto y la sana crítica (lo que siempre agradezco) a veces me encuentro con alguna opinión que se limita a descalificar la entrada en concreto simplemente porque el tema (y a veces incluso el país sobre el que trata el artículo) no son del agrado de la persona que escribe. Muchas veces este tipo de comentarios vienen acompañados de opiniones sobre el asunto basadas en lugares comunes o calificaciones que se dan por buenas sin profundizar. Recientemente me he encontrado varios comentarios de este estilo relacionados con Ricardo Corazón de León y su, para los que escriben al respecto, evidente homosexualidad.
No es que el hecho de que el rey inglés fuera o no homosexual resulte de mayor importancia, ni quiero entrar a valorar que esta circunstancia se destaque para tratar de desacreditar al personaje, pero creo que aseverar alegremente y sin pruebas las preferencias sexuales de una persona que vivió hace más de ocho siglos es, cuanto menos, atrevido. Y ello me ha llevado a escribir la presente entrada, para tratar de desentrañar los argumentos en favor y en contra de esta teoría.
En este sentido llama la atención que hasta 1948 no existe prácticamente ninguna referencia a la homosexualidad de Ricardo, teoría que se empezó a extender a partir de entonces. El primer elemento que se cita para argumentar al respecto es la renuencia inicial y la negativa final a contraer matrimonio con Aelis, la hermana del rey de Francia Felipe Augusto, con la que estaba comprometido desde que ambos eran niños. Sin embargo, este rechazo parece tener más que ver con razones personales contra Aelis que con causas relacionadas con las preferencias sexuales de Ricardo. Aelis, después de ser prometida a Ricardo, fue entregada a la custodia del rey de Inglaterra Enrique II, padre de Ricardo. A pesar de que era todavía una niña, era un secreto a voces en la corte que Enrique había mantenido relaciones sexuales con ella y también existía un extendido rumor según el cual la pareja había tenido un hijo. Era, por tanto, comprensible que Ricardo se mostrara reacio a consumar su unión y si tardó tanto en comunicar oficialmente su decisión era por las implicaciones políticas de la misma, pues la dote de la novia incluía territorios estratégicos como el Vexin.
Más dudas ofrece la relación de Ricardo con su esposa Berenguela de Navarra. La tardanza en contraer matrimonio puede explicarse en el tiempo que llevó romper el compromiso con Aelis sin que ello implicara una grave crisis con Francia. En cuanto a la teoría según la cual fue su madre Leonor de Aquitania la que eligió como esposa para Ricardo a Berenguela y que le forzó a contraer matrimonio, es una tesis aceptada generalmente, pero aunque solo existe una fuente que habla de que entre ambos existía una historia de amor, esa fuente es muy autorizada; se trata de LÉstoire de la guerre sainte, escrita por un hombre llamado Ambroise que acompañó a Ricardo en las cruzadas. Lo que sí parece más indiciario es el hecho de que tanto a la ida como a la vuelta a Tierra Santa y después de su boda en Limasol, la pareja viajó en barcos distintos y que después de las cruzadas tampoco convivieron habitualmente y ella no estuvo presente en la segunda coronación de Ricardo tras su cautiverio. Menos importante me parece el dato de que Berenguela fue la única reina de Inglaterra que no pisó nunca suelo inglés, porque el propio Ricardo solo pasó tres meses de sus ochos años de matrimonio en las islas británicas. Que no había afecto entre ellos parece claro, pero no se puede asegurar si se debió a la homosexualidad de Ricardo o a falta de atracción hacia Berenguela.
Se habla también de que en la fiesta posterior a la coronación de Ricardo no se permitió el acceso a las mujeres. Sin embargo, señalan algunos, no se trató tanto de una prohibición sino de una antigua costumbre de la corte bretona en la que determinadas celebraciones eran realizadas en ceremonias separadas para hombres y mujeres y que Ricardo recuperó de la época artúrica. En la misma ceremonia también se prohibió la presencia de los judíos y tanto una decisión como otra parecen haber provenido directamente de Ricardo. Esto sí parece que sería un síntoma de misoginia, pero no necesariamente de homosexualidad.
El argumento más utilizado para hablar de la homosexualidad de Ricardo se basa en las fuentes contemporáneas que hablan de sus encuentros con Felipe Augusto de Francia, según las cuales durante las negociaciones de paz "ambos comían todos los días en la misma mesa, en el mismo plato y de noche el lecho no los separaba. El rey de Francia lo quería como a su alma; y tanto se amaban uno a otro que, a causa de la intensidad de este afecto que existía entre ellos, el señor rey de Inglaterra perplejo de estupor, se preguntaba qué significaba aquello. Por precaución sobre lo que pudiera venir, postergó su decisión de volver a Inglaterra hasta que pudiera saber qué quería decir un amor tan repentino",
Para un lector actual este párrafo de Roger de Hoveden parece aludir claramente a una relación homosexual. pero Hoveden escribió en el siglo XII; en aquella época no era posible hablar tan abiertamente de que dos reyes cometieran un acto tan perseguido entonces como la sodomía. Compartir la mesa o la cama no tenía entonces, además, la misma connotación que hoy. Es posible, más bien, que el comentario de Hoveden hiciera referencia como licencia poética a una camaradería propia entre caudillos militares de la época. Así, cuando se hablaba de una reconciliación entre el padre y el hermano mayor de Ricardo, ambos de nombre Enrique, otro cronista de la época (Matthew Paris) señalaba que padre e hijo "cada día comían en la misma mesa y disfrutaban en el mismo lecho del reposo tranquilo de la noche".
También se citan dos ceremonias públicas en las que Ricardo se sometió a una expiación de sus terribles pecados al darse cuenta de la "fealdad repulsiva" de su existencia y de que "los matorrales espinosos de la libido" habían invadido su espíritu. Que el pecado por el que Ricardo se sometió a una penitencia que incluía la flagelación era de índole sexual parece evidente. Siendo hijo de Enrique II, cuyos constantes adulterios (e incluso pedofilia) no habían merecido excesivos reproches públicos, es posible que ese horrible pecado cometido por Ricardo fuese la sodomía. Así parece indicarlo la segunda ceremonia de penitencia realizada por el rey en 1195 en la que un eremita le recuerda la destrucción de Sodoma y le insta a "abstenerse de los actos ilícitos" y a reconciliarse con su mujer, con la que no yacía desde hacía tiempo.
Aquí difieren las dos fuentes utilizadas para la redacción de esta entrada. John Gullihgham argumenta que en la mayoría de pasajes bíblicos en los que se habla de la destrucción de Sodoma no se hace referencia a la homosexualidad. Jean Flori sí considera que la mención a Sodoma es una indicación expresa de las prácticas homosexuales, pues en la Biblia existen otras referencias si la práctica sexual en pecado de Ricardo fuese el adulterio. En lo que coinciden ambos autores es que existen multitud de ejemplos en los que el rey inglés causó escándalo por su pasión por mujeres casadas o por monjas (incluso se refiere la anécdota según la cual en su lecho de muerte seguía pidiendo que le llevaran mujeres). Guillingham ve en esto una prueba de la no homosexualidad de Ricardo, mientras que para Flori lo sería de lascivia e incluso de bisexualidad.
Como decía al principio, resulta altamente complicado pronunciarse sobre las preferencias sexuales de un monarca muerto hace más de 800 años y en todo caso, ello no haría su figura histórica menos fascinante y terrible. Lo que no parece acertado es dar por hecha sin más la leyenda de la homosexualidad de Ricardo, como no lo es admitir como verdad absoluta otros lugares comunes sobre él como que no hablaba inglés ... pero esa es otra historia.
Imagen| Archivo del autor.
Fuentes| Jean Flori: Ricardo Corazón de León, el rey cruzado.
John Guillingham: Richard I

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