En alguna entrada anterior del blog hemos hablado de las estrechas y no siempre amistosas relaciones durante la Edad Media entre los reinos escandinavos de Dinamarca, Suecia y Noruega. Uno de los más importantes períodos de dichas relaciones lo constituyó la llamada Unión de Kalmar, que supuso la unificación de los tres reinos bajo una sola corona. Esta unión fue posible especialmente gracias a los esfuerzos de una mujer: la reina Margarita de Dinamarca.
Nacida en 1353, Margarita era hija del rey Valdemar IV de Dinamarca y de la reina Helvig, que había aportado como dote matrimonial el condado de Jutlandia. A los seis años fue prometida en matrimonio al rey Haakon VI de Noruega, que a su vez tenía aspiraciones al trono sueco que ocupaba su padre Magnus Eriksson. La boda se celebró en abril de 1363 en Copenhague, pero poco después las aspiraciones de Haakon al trono sueco sufrieron un serio revés cuando su padre fue depuesto por los nobles suecos que ofrecieron la corona al duque Albrecht de Mecklenburg.
Margarita, que solo contaba con diez años cuando se celebró la boda, prosiguió su educación en Noruega hasta que tuvo edad de consumar su matrimonio. Fruto de su unión con Haakon nació un hijo en 1370, al que llamaron Olav. A partir de ese momento los acontecimientos se precipitaron.
En 1375 muere el padre de Margarita, Valdemar IV de Dinamarca sin descendiente masculino vivo. Se produce una difícil situación concerniente a la elección de su sucesor. Margarita se presenta ante la asamblea del reino y renuncia a sus derechos en favor de su hijo Olav. Frente a ellos se postula como candidato el duque de Mecklenburg, también nieto del rey e hijo de la hermana mayor de Margarita, Ingeborg.
Se desconoce como transcurrieron las negociaciones, pero finalmente la asamblea elige a Olav para heredar la corona de su abuelo. Y en 1380 ciñe también la corona de Noruega al morir su padre y esposo de nuestra protagonista, Haakon VI de Noruega. Desde ese momento Margarita se convirtió en la principal asesora de su joven hijo y en gobernante de facto de ambos reinos. En tal carácter destaca su decisión de acercar posturas con la Liga Hanseática, tradicional rival de los daneses, que venían sufriendo los ataques de los barcos suecos.
Otra vuelta de tuerca se produjo al morir su hijo Olav en 1387 sin descendiente masculino. Si quería mantener su situación de poder Margarita debía actuar rápidamente. Y eso hizo. Logró que tanto Dinamarca como Noruega le otorgaran el título de Señora Soberana y Guardiana del Reino y adoptó como hijo al nieto de su hermana, Erik de Pomerania. Como consecuencia de esta adopción, Erik sucedió a Olav como rey de Dinamarca y Noruega. Margarita siguió desempeñando la función de gobernante de hecho de ambos reinos.
Pero nuestra protagonista no se detuvo allí. Aprovechó el descontento de los suecos con su rey Albrecht, consiguió que un importante grupo de nobles le concedieran en 1388 el mismo título que había recibido en los otros dos reinos y se puso al frente de la rebelión contra el monarca sueco. Un año después, en la batalla de Falkoping, las tropas dirigidas por Margarita derrotaron a las de Albrecht. Este fue hecho prisionero y mantenido en cautiverio hasta que aceptó renunciar a sus derechos al trono y conseguir la rendición de la ciudad de Estocolmo, que se había negado a rendirse a los daneses. Erik de Pomerania recibió juramento como monarca de Suecia, unificando bajo su cetro las coronas de los tres reinos nórdicos.
Sin embargo, se trataba exclusivamente de una unión de hecho, no de una unificación jurídica de los tres estados. Margarita se dedicó entonces en primer lugar a consolidar el poder real frente al de la nobleza (llegó a prohibir la construcción de castillos que no fueran propiedad real y dependieran de la corona) y en segundo lugar a tratar de afianzar jurídicamente la unión entre los tres reinos escandinavos.
Como consecuencia de sus esfuerzos se celebró en 1397 una histórica reunión en la ciudad de Kalmar en la que se acordó la unificación de los tres reinos y se ratificó la proclamación de Erik de Pomerania como rey de Noruega, Dinamarca y Suecia y la unificación de los tres reinos en uno solo.
Margarita es considerada como la principal artífice de la Unión de Kalmar y siguió siendo una figura destacada durante el resto de su vida en la política interior y exterior de los reinos escandinavos. Organizó el enlace matrimonial del rey Erik con Philippa, hija de Enrique IV de Inglaterra, pero a la vez consiguió mantener a la Unión de Kalmar al margen del conflicto que Inglaterra mantenía con Francia (la Guerra de los Cien Años). También consolidó las finanzas del reino y destinó importantes cantidades a obras de caridad, especialmente dirigidas a las mujeres más desfavorecidas y víctimas de los conflictos bélicos, a las que llegó a dejar una elevada suma en su testamento.
Continuó trabajando por consolidar la paz de su reino especialmente en lo referido a las difíciles relaciones con la Liga Hanseática y el condado de Schleswig-Holstein hasta su muerte el 28 de octubre de 1412 a bordo de su barco en el fiordo de Flensborg. Los restos mortales de Margarita I fueron inicialmente enterrados en la catedral de Sorø, pero no sin polémica y sin la oposición de los monjes de esta ciudad fueron trasladados en el siglo XV a Roskilde, en cuya catedral descansan desde entonces.
La Unión de Kalmar estaría a durar, con altibajos, hasta 1523 en el caso de Suecia y hasta 1814 en el caso de Noruega ... pero esa es otra historia.
Fuentes| Henning Dehn-Nielsen: Kings and Queens of Denmark.
Palle Lauring: A history of Denmark.
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