Apalachin: el día en que la mafia salió (muy a su pesar) a la luz.
Tras un período convulso que coincidió con la vigencia de la Volstead Act (más conocida como Ley Seca) en que la mafia estadounidense se hizo de oro, pero en la que sembraron las calles de Chicago y Nueva York de cadáveres en las luchas por el control del crimen organizado, las principales familias mafiosas del país se reunieron en Chicago en 1931 para tratar del futuro.
La reunión fue convocada por Charles Lucky Luciano, que había logrado imponerse como cabeza de la mafia de Nueva York tras eliminar a los capos Joe Massseria y Salvatore Maranzano. Luciano hizo ver al resto de jefes de las familias mafiosas que las guerras callejeras y los asesinatos entre sus miembros solo iban en perjuicio del negocio de todos ellos y colocaban a la mafia en el punto de mira de las autoridades, especialmente del FBI de Hoover y de la fiscalía de Nueva York liderada por Thomas Dewey (ver la entrada dedicada a él en el blog).
La propuesta de Luciano, aprobada por todos los capos, se basaba en dirigir los negocios de la mafia como si fuese una empresa, regida por un “consejo de administración”. Este consejo, conocido como La Comisión, estaría compuesto por los jefes de las cinco principales familias mafiosas del país y a ella le correspondería dirigir el negocio y aprobar cualquier asesinato de quien se considerase que podría suponer un peligro para la organización. Incluso se designó a un grupo de sicarios especialmente hábiles para llevar a cabo sin dejar rastro las órdenes en tal sentido de La Comisión. Como si fuese una empresa, a este grupo se le conoció con el nombre de Murder Inc.
Pero Luciano dio con sus huesos en la cárcel en 1936 como consecuencia de la implacable persecución del fiscal Dewey. Desde su prisión Luciano continuó dirigiendo los negocios de su familia, con el apoyo de sus secuaces Meyer Lanski, Frank Costello, Bugsy Siegel y Vito Genovese, aunque este último se vio forzado a huir a Italia para evitar ser detenido.
Durante la Segunda Guerra Mundial la organización de Luciano, que dominaba los muelles de Nueva York, ayudó a las autoridades a controlar que en el puerto de la ciudad no se produjeran sabotajes ni actividades contra el país. Como compensación Luciano fue liberado tras la contienda con la condición de ser deportado a Italia. Unos años después se trasladó a la Cuba de Batista para dirigir sus negocios, pero una protesta formal de los Estados Unidos, que no veía con buenos ojos que Luciano estuviera a pocas millas de Florida, hizo que tuviera que volver nuevamente y para siempre a Italia; ello significaba que debía renunciar definitivamente a ser el jefe de la familia y a dirigir La Comisión.
Frank Costello, a quien había elegido Luciano para sustituirle, renunció después de sufrir un ataque que casi le cuesta la vida. Aunque habían tenido graves diferencias en el pasado y no confiaba en él (especialmente por su afán de notoriedad y su falta de discreción), a Luciano no le quedó otro remedio que delegar sus funciones al frente de su grupo criminal y de La Comisión en Vito Genovese. Genovese llevaba años ansiando ese puesto y, fiel a su estilo, decidió celebrar su deseado nombramiento a lo grande.
Genovese convocó a todos los capos de las principales familias mafiosas de Estados Unidos a una gran fiesta que tendría lugar el 14 de noviembre de 1957 en la finca propiedad del mafioso Joe Barbara en Apalachin, localidad del Estado de Nueva York. La fiesta se convirtió en una multitudinaria reunión a la que todos los capos acudieron con sus lujosos coches y sus chóferes-guardaespaldas.
Apalachin era una pequeña y tranquila localidad al oeste de la ciudad de Nueva York y cerca de la frontera con Pensilvania. Cuando una patrulla de la policía local acertó a pasar por las cercanías de la finca de Barbara, quedaron enormemente sorprendidos por la cantidad y la calidad de los vehículos allí estacionados y la gente que pululaba a su alrededor, todo ello absolutamente inusual para esa ciudad. Decidieron tomar nota de alguna de las matrículas y cuando verificaron estas quedaron aún más sorprendidos al comprobar que la gran mayoría eran de fuera del Estado y que sus propietarios eran conocidos jefes de organizaciones criminales.
Sin saber muy bien lo que pasaba decidieron pedir refuerzos a la policía estatal y procedieron a acordonar la finca. Mientras tanto los invitados a la fiesta de Genovese, ajenos a lo que ocurría fuera, seguían celebrando alegremente su fiesta. De repente la policía hizo entrada en la casa de Barbara causando la confusión y el pánico entre los mafiosos que trataron de huir en sus coches o campo a través. Sin embargo, de los aproximadamente cien capos que se encontraban presentes 58 fueron arrestados, entre ellos grandes figuras de la Cosa Nostra como el propio Genovese, Carlo Gambino, Paul Castellano, el anfitrión Joseph Barbara o Joe Bonano.
En realidad, al menos en esa ocasión, los mafiosos no estaban haciendo nada ilegal y todos ellos indicaron que se habían enterado de que Barbara estaba muy enfermo y habían ido a visitarle, por lo que fueron puestos en libertad sin cargos. Solo los que se opusieron violentamente a ser detenidos fueron sancionados con una multa de 10.000 dólares por obstrucción a la justicia.
Sin embargo, este chusco episodio constituyó una ominosa manera de iniciar el mandato como capo de Vito Genovese. La mafia, que siempre había buscado pasar desapercibida y no salir a la luz pública, veía de repente como se convertía en portada de todos los periódicos del país. Lo que era una realidad temible pero difusa y casi mitificada para la mayoría de los ciudadanos, de repente se convertía en algo perfectamente tangible e identificable con los nombres de sus principales miembros puestos negro sobre blanco en los titulares de los diarios de todo Estados Unidos.
Se puede decir que el incidente de Apalachin constituyó un antes y un después en la historia de la mafia y que no había modo más gráfico de plasmar el paso de la era Luciano a la era Genovese.
Fuente| National Crime Syndicate.com
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