Clemencia de Hungría, el embarazo que tuvo en vilo a Francia

Estatua de Clemencia de Hungría

Cuando Francia entró en el siglo XIV como gran potencia europea y dirigida firmemente por la mano de Felipe IV “el Hermoso”, poco podía imaginar que en pocos años se iba a encontrar con acontecimientos como la disolución de la Orden del Temple y la quema en la hoguera de sus principales mandatarios, con un doble y monumental escándalo de infidelidad conyugal en la realeza, sin heredero varón para la corona y con una guerra contra Inglaterra que iba a durar más de cien años.
Todó empezó con el fallecimiento de Felipe IV en 1314 (las especulaciones sobre la relación entre su muerte y la maldición lanzada en la hoguera por el Maestre del Temple Jaqques de Molay no van con el estilo de este blog). El rey dejaba tres hijos varones (Luis, Felipe y Carlos) y una hija (Isabel). El hijo mayor y heredero, Luis X “el Obstinado” había casado en primeras nupcias con Margarita de Borgoña quien le dio una hija llamada Juana en 1311, antes de ser acusada de infidelidad en el caso conocido como “el escándalo de la Torre de Nesle”. Margarita y su cuñada Blanca (esposa del hermano de Luis, Carlos) mantenían relaciones con dos jóvenes hermanos llamados D’Aunay. Descubierto su pecado, ambas esposas fueron repudiadas y recluidas.
Luis X volvió a casar con la protagonista de esta entrada, Clemencia de Hungría, quien se encontraba encinta cuando su marido falleció en 1316. El problema sucesorio que se planteó fue mayúsculo. Las fundadas sospechas de que Juana pudiera no ser hija de Luis sino del amante de su madre, hizo que los Pares de Francia recuperasen la vieja costumbre de la monarquía de los salios, que reservaba a los varones la posibilidad de heredar la corona (ver el artículo de este blog sobre la Ley Sálica).
Solventado el problema de la hija de Margarita de Borgoña, quedaba por determinar qué pasaría con el estado de buena esperanza de la reina viuda; como indica el título de la entrada, el embarazo de Clemencia de Hungría tuvo en vilo a Francia durante meses. Si daba a luz a una hija, en aplicación de la reciente y convenientemente recuperada Ley Sálica, el regente del reino Felipe de Poitiers (segundo hijo de Felipe “el Hermoso” y hermano de Luis “el Obstinado”) heredaría la corona; si por el contrario, Constancia tenía un hijo, éste se convertiría en rey y Felipe debería conformarse con ostentar la regencia hasta la mayoría de edad de su sobrino.
El 15 de noviembre de 1316 Clemencia dio a luz a un varón, al que se llamó Juan; todo parecía volver a su cauce, pero solamente cinco días después, el 20 de noviembre el ya rey Juan I falleció (nuevamente, las especulaciones sobre si su muerte fue por causas naturales o provocada escapa al objeto de esta entrada, así como las teorías sobre su supuesta supervivencia). De esta forma, Felipe de Poitiers ciñó la corona con el nombre de Felipe V.
Pero el cúmulo de desgracias para el antaño pujante reino de Francia no había hecho más que empezar: tanto Felipe V como su hermano Carlos IV murieron sin descendencia masculina, lo que provocó que la corona fuese reclamada por el hijo de la hermana de ambos, Isabel; este hijo era ni más ni menos que el rey Eduardo III de Inglaterra, y este fue el origen de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra (ver los artículos dedicados a Eduardo III y a la Guerra de los Cien Años).
Nuestra protagonista, Clemencia de Hungría, quedó apartada de la vida de la corte francesa y falleció en 1328.
Quien quiera conocer más detalles sobre los hechos narrados en esta entrada y en general sobre la historia de la monarquía francesa en los siglos XIV y XV y la teoría de la supervivencia del rey Juan I puede leer la interesante serie de Maurice Druon Los Reyes Malditos.

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