¿Por qué América y no Colombia? De cómo Américo Vespuccio dio su nombre al continente descubierto por Colón

Es sobradamente conocido que el nombre de "América" que se dio al continente descubierto por Cristóbal Colón el 12 de octubre de 1492, se debe al italiano Américo Vespuccio. Lo que no es tan conocido es quién fue Américo Vespuccio y cómo y porqué se produjo el proceso que concluyó con su nombre en la denominación del continente recién descubierto.

Vespuccio fue un marino florentino que durante un tiempo trabajó en Sevilla en un banco que sufragó parte de los fondos de los viajes de Colón, pero ni siquiera se encontraba entre los miembros de la tripulación de estos viajes. Su primer contacto con el Nuevo Mundo se produjo en 1499 cuando viajó a Sudamérica en una expedición al mando de Alonso de Ojeda, en la que también viajaba Juan de la Cosa. Vespuccio no tuvo ningún papel relevante en dicho viaje ni en ningún otro de los realizados al continente recién descubierto y, tras pasar sus últimos años en la burocracia española preparando cartas de navegación para los numerosos viajes que en aquellos años se emprendieron, murió empobrecido en 1512 a los sesenta años de edad. ¿Cómo pudo entonces llegar a ser el hombre que dio nombre a un continente que para muchos debió llamarse Colombia en honor de su descubridor?.

La respuesta nos la da un mapa fechado en 1507 y creado por el alemán Martin Waldseemüler. En dicho mapa, por primera vez se cartografiaba el nuevo continente descubierto por los españoles (si bien contenía errores como separar por el mar y no por un istmo a la partes norte y sur del continente). Y sobre la reproducción de la zona sur una leyenda que decía "América". 

El motivo que llevó a Waldseemüller a pensar que Vespuccio era el protagonista principal del descubrimiento del Nuevo Mundo hasta el punto de darle su nombre, nos lo ofrecen dos cartas escritas por Vespuccio: la primera, de 1503, narra un viaje a la costa de Sudamérica en el año 1501 y popularizó la expresión "Nuevo Mundo" además de contener una colorista descripción del mismo; la segunda, y más importante, escrita en 1504 narraba a un amigo cuatro viajes a América, el primero de los cuales según la carta había tenido lugar un año antes que el de Colón.

Es más que dudoso que el contenido de la carta fuera cierto, mejor dicho, es evidente que no lo es (de hecho, el cuarto de los viajes tuvo lugar en unas fechas en que todos los indicios sitúan a Vespuccio en España), pero fue suficiente para que Wadseemüller que conoció ambas cartas (recordemos que su mapa es de una fecha tan temprana como 1507) diese su nombre al Nuevo Mundo manifestando: "puesto que tanto Europa como Asia recibieron nombre de mujeres, no veo razón alguna para no llamar a esta parte del mundo Amerige, esto es la tierra de Amerigo, o América, por Amerigo, su descubridor, un hombre de grandes aptitudes".

Aunque en mapas posteriores (en 1513 y 1516) Wadseemüller rectificó y reconoció que las nuevas tierras habían sido descubiertas por Colón enviado por los reyes de Castilla, el nombre de América ya había sido adoptado en otros mapas de los más influyentes cartógrafos de la época, como Petrus Apianus y Oronce Finé, que habían sido distribuidos masivamente. Esta es la causa por la que el continente descubierto por Colón no lleva su nombre sino la del florentino Américo Vespuccio.

El único ejemplar conocido del mapa de Wadseemüller en el que por primera vez se identifica al Nuevo Mundo como "América" se encuentra en la Biblioteca del Congreso de Washington, que pagó por él diez millones de dólares. 

Estas y otras historias sobre mapas y curiosidades cartográficas y geográficas se narran en el libro ya citado en este blog "En el mapa: de cómo el mundo adquirió su aspecto" de Simon Garfield.

Sígueme en twitter @FdezLisDaniel

Comentarios

  1. Hola como esta amigos? si quiere viajar a estambul o turquia puede disfrutar su viaje su vacasion

    tours estambul

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿De dónde viene la expresión «negar el pan y la sal»?

¿Jugaban los sajones al fútbol con cabezas de daneses decapitados?

Nuevo libro de Daniel Fernández de Lis: De Covadonga a Tamarón