La ‘Conspiración Ridolfi’ (1571); intento de deponer a Isabel I e instalar a María Estuardo en el trono de Inglaterra


Después de la instauración en Inglaterra de la religión anglicana, hubo diversos intentos por parte de los católicos del país de oponerse al cambio operado y de devolver al país a la disciplina de la iglesia de Roma. Algunos fueron levantamientos populares (The Pilgrimage of Grace, en 1536), otros fueron intentos de grupos selectos de destacados católicos ingleses de asesinar al rey y al consejo real para aprovechar el vacío de poder y colocar en el trono a un monarca católico (El complot de la pólvora, en 1605) y otros no pasaron de una falsa maquinación de un siniestro personaje para medrar en los círculos de poder (el falso Complot papista, en 1678).

Hubo sin embargo otra conspiración de mayor calado que también pretendía devolver a Inglaterra a la obediencia a Roma. Su importancia se debe a que implicaba (o pretendía implicar) a grandes potencias extranjeras defensoras del catolicismo y a que también buscó ganarse el favor de personajes muy influyentes de la corte londinense.

El nombre con el que esta conspiración pasó a la historia se debe a su principal protagonista, el banquero florentino Roberto di Ridolfi. Este personaje había vivido en Londres, donde se había codeado con lo más granado de la sociedad inglesa y donde también había trabado amistad con el embajador español.

Ridolfi se puso en contacto en 1571 con Thomas Howard, duque de Norfolk. Era este uno de los más destacados nobles ingleses, pero había caído en desgracia y había sido encerrado en la Torre de Londres unos años antes por conspirar para casarse con la reina de Escocia María Estuardo. María era un constante motivo de preocupación para su prima Isabel de Inglaterra, no solo por la tradicional rivalidad entre ambos reinos, sino por su condición de católica y de posible heredera de Isabel si está moría sin descendencia (lo que era muy probable, pues se negaba a casarse). De hecho, María de Escocia era prisionera de la reina de Inglaterra. Las relaciones entre Isabel y María terminarían de manera desastrosa para esta última ... pero esa es otra historia.

Como decíamos, Norfolk había sido encarcelado por Isabel en la Torre y fue liberado en el verano de 1570. Menos de un año después, el banquero Roberto di Ridolfi se puso en contacto con él para tantear su posible participación en una conspiración católica de calado internacional que pretendía  liberar a María Estuardo e instalarla en el trono de Inglaterra deponiendo a Isabel I; todo ello con el fin de terminar con el cisma anglicano y que Inglaterra volviese a ser un país católico y sometido al Papa de Roma.

Según Ridolfi, sus planes contaban con el beneplácito y la participación del Papa y del rey Felipe II de España y consistían en el desembarco en Hawick o Portsmouth de una fuerza de seis mil soldados españoles que se unirían al contingente rebelde inglés que, siempre según Ridolfi, incluía a ocho pares del reino y varios importantes caballeros ingleses que podían sumar una fuerza de 45.000 hombres. También contaban con el apoyo de un contingente escocés.

Norfolk no se comprometió por escrito, aunque parece que sí dio su consentimiento verbal a la operación. En todo caso, el mero hecho de escuchar los planes de Ridolfi sin denunciarlo ya constituía un delito de alta traición.

Pero las cualidades de Ridolfi como conspirador dejaban mucho que desear. Era lenguaraz y descuidado y como consecuencia de ello un correo que envió a Inglaterra con mensajes comprometedores fue detenido en Dover y trasladado a Londres. Allí fue interrogado por la mano derecha de la reina Isabel, Sir William Cecil.

Los detalles de la conspiración salieron a la luz. Las pocas opciones de María Estuardo de ser liberada desaparecieron por completo, aunque ella negó cualquier conocimiento de la conspiración; Norfolk fue nuevamente detenido, conducido a la Torre e interrogado. Primero negó conocer a Ridolfi; posteriormente admitió haber hablado con él, pero afirmó que no había accedido a formar parte de la conspiración. Fue sometido a juicio y declarado culpable de traición. Por dos veces Isabel I firmó su sentencia de muerte y por dos veces la revocó. Pero, para desgracia de Norfolk, se cumplió lo que dice el refrán y a la tercera fue la vencida; Isabel firmó nuevamente su sentencia de muerte, que esta vez no fue revocada y Thomas Howard, duque de Norfolk, fue ejecutado. Otros nobles como los condes de Southampton y Arundel también fueron detenidos.

España negó tajantemente cualquier conocimiento o implicación en la conspiración; el duque de Alba calificó la posible participación de España en los hechos como un sinsentido absurdo. Ridolfi, por su parte, cuando se enteró de que su mensajero había sido detenido en Dover, huyó a París y no volvió a poner pie en suelo inglés.

Más de un historiador ha señalado que el nivel de incompetencia y descuido demostrado por los conspiradores solo se puede entender si Ridolfi era en realidad un doble agente que se encontraba al servicio de William Cecil y que pretendía dejar en evidencia a los simpatizantes con el catolicismo y con María Estuardo en Inglaterra y poner fin a la amenaza constante que esta suponía para el reino y para su soberana.

Sea como sea, la reacción de los ingleses cuando la conspiración salió a la luz fue de indignación contra María Estuardo y contra los católicos. En un parlamento celebrado en 1572 los Comunes formularon varias propuestas contra el ejercicio y difusión del catolicismo en el país y propusieron diversas medidas contra María Estuardo, desde su destronamiento como monarca escocesa hasta su ejecución por traición. Todavía habría que espera un tiempo para ello.

Fuente| Peter Ackroyd: A History of England. Volume II: Tudors


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿De dónde viene la expresión «negar el pan y la sal»?

¿Jugaban los sajones al fútbol con cabezas de daneses decapitados?

Nuevo libro de Daniel Fernández de Lis: De Covadonga a Tamarón