El asesinato del rey James I de Escocia.


Escocia 1390. Sube el trono del país el rey con el nombre de Roberto III John Stewart, un hombre simpático y amable, pero que carece de cualquier aptitud para dirigir los destinos de Escocia y protegerla de los intentos de los ingleses de recuperar el dominio sobre sus vecinos del norte. El propio Roberto reconoce que carece de las virtudes necesarias para desempeñar con dignidad las labores propias de su cargo.
Por ello, el consejo real decide en 1399  nombrar como su lugarteniente a su joven y pujante primogénito David, que demuestra unas aptitudes muy diferentes a las de su padre y de quien el consejo pretende que se convierta en la firme mano derecha del rey hasta que sea su turno de heredar la corona, apoyando mientras tanto a Roberto a soportar una carga que resulta demasiado pesada para sus hombros.
Sin embargo, el rey Roberto tiene una amplia parentela ya que su padre Roberto II tuvo veintiún hijos, tanto legítimos como naturales. De  entre tan numerosa progenie destacan dos formidables hermanos del rey, Roberto duque de Albany y Alejandro “el Lobo de Badenoch”, que han aprovechado la incapacidad del monarca para ejercer el poder con mano de hierro y sin ningún tipo de freno el primero en la zona sur del país y el segundo en el norte. Ambos ven como una amenaza a su situación la decisión de asociar al trono a su sobrino David y actúan con rapidez. El duque de Albany ordena la captura del joven David y hace que lo trasladen como su prisionero al castillo de Falkland, donde lo instala en una inhóspita y solitaria celda y deja que muera allí de inanición. Albany gobierna desde ese momento como regente de Escocia.
En 1406, poco antes de morir, Roberto III decide intentar salvar a su segundo hijo James, que por entonces cuenta con doce años, del mismo destino sufrido por su primogénito y decide enviar al joven al exilio a Francia y así evitar que caiga en manos del duque de Albany. Sin embargo, James es capturado por los ingleses en Flamborough Head y hecho prisionero.
Los ingleses solicitan un rescate por su liberación, pero su tío el duque de Abany se niega a pagarlo. James permanece cautivo en Inglaterra durante dieciocho años y aprovecha su estancia en la corte inglesa para instruirse de manera completa en todas las artes y conocimientos necesarios para ocupar el trono de su país, mientras va planeando su venganza contra los asesinos de su hermano y usurpadores del trono del país.
El duque de Albany muere en 1420, pero hasta cuatro años después no se paga el rescate impuesto por los ingleses. James retorna a Escocia y toma posesión del trono como legítimo heredero de su padre y con el nombre de James I. El duque de Albany había muerto cuatro años antes, pero James hace arrestar y ejecutar a los principales miembros de su familia, así como a diversos nobles a los que considera una amenaza para su reinado.
Aunque es un hábil guerrero y arquero y un rey capaz por su formación en Inglaterra, su matrimonio con la inglesa Joan Beaufort, su política de constantes recaudaciones de impuestos y de limitación de los derechos de caza y pesca no resulta muy popular entre sus súbditos. Su decisión de modificar la legislación para fortalecer el poder real frente al de los principales barones del reino y de enviar al exilio a algunos jefes de los clanes de las Highlands tampoco contribuye precisamente a ganarse el aprecio de sus nobles.
El clima de descontento da alas a la levantisca nobleza que incluso pone en duda su derecho al trono; la numerosa prole engendrada por su abuelo Roberto II hace que no falten candidatos que proclaman tener más derecho a ceñir la corona que James I.
Hay que esperar hasta 1437 a que el descontento y la rebelión contra el rey estallen abiertamente. El 21 de febrero de 1437, mientras James y su familia se encuentran alojados en el monasterio franciscano de Perth, una fuerza de asalto se dirige al lugar; han sido enviados por uno de los numerosos hermanos de su padre, Walter, conde de Atholl y están dirigidos por Robert Graham, persona que tiene motivos por odiar al rey por haber sido en su día desterrado.
No es casualidad que entre el séquito del rey en Perth se encuentre su chambelán y tampoco lo es que este cargo lo desempeñe alguien cercano al monarca, concretamente su primo Robert Stewart. Pero tampoco es casualidad que este Robert Stewart sea precisamente hijo del conde Atholl, la cabeza pensante del complot. Robert abre las puertas del monasterio a los asaltantes y los hombres dirigidos por Graham se dirigen a los aposentos del rey.
Cuando James oye el ruido de pasos entiende rápidamente lo que está pasando; trata de huir por un pasadizo dispuesto en su habitación, pero resulta que pocos días antes él  mismo había ordenado que su entrada fuera sellada porque se escapaban por ella las pelotas con las que él y su séquito jugaban. Los asaltantes penetran en los aposentos del rey y como consecuencia del ataque James recibe veintiocho puñaladas que acaban con su vida. Completada su labor, los asesinos escapan del lugar del crimen
La reina Joan Beaufort resulta también herida, pero sobrevive y no descansa hasta que todos los participantes en el magnicidio son capturados, torturados y ejecutados. Al rey muerto le sucede su hijo de seis años, James II y se inicia así un período muy convulso en la historia de Escocia, en el que los siguientes monarcas acceden al trono siendo menores de edad, mueren jóvenes y generalmente de manera violenta ... pero esa es otra historia.
Fuentes| Richard Cavendish & Pip Leahy Kings & Queens. The story of Britain´s monarchs from Pre-roman times to today.




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