Alexander Selkirk, el auténtico Robinson Crusoe
La historia del náufrago Robinson Crusoe narrada por Daniel Defoe es bien conocida. Lo que quizás no lo es tanto es la existencia de un personaje real que vivió unas peripecias muy semejantes a las de Crusoe y que pudo servir de inspiración a Defoe para su libro. Este personaje es el protagonista de nuestra entrada de hoy, Alexander Selkirk.
Escocés nacido en 1676, Selkirk decidió dedicarse a la vida marinera a los 19 años, probablemente empujado por algún problema con la justicia. Al cabo de unos años consiguió que le nombraran primer oficial del barco Cinque Ports. Tras diversas peripecias y discusiones con el capitán del navío Selkirk llegó a tal estado de hartazgo por la tiranía que el capitán ejercía que solicitó que le desembarcaran en la primera isla por la que pasaran. El capitán le tomó la palabra y en septiembre de 1704 Selkirk fue llevado a tierra junto con algunas provisiones, armas, tabaco, munición y una Biblia en la que resultó ser una isla del archipiélago de Juan Fernández, a cuatrocientas millas de la coste oeste de Chile.
Selkirk pensaba que no tardaría en ser rescatado por algún barco, pero al ver que pasaba el tiempo y nadie pasaba por allí se dedicó a hacer lo posible para convertir la inhóspita isla en un lugar habitable.
Desgraciadamente para nuestro náufrago cuando por fin dos barcos acertaron a pasar por su isla, resultaron ser españoles y no solo no le rescataron sino que al escucharle gritar en inglés empezaron a dispararle (las relaciones entre españoles y británicos en la época no pasaban por su mejor momento), aunque no llegaron a desembarcar.
Selkirk tuvo que esperar hasta febrero de 1709 para que dos barcos ingleses se detuvieran frente a la isla para aprovisionarse, vieran sus señales de humo y mandaran una chalupa para rescatar a lo que definieron como "un salvaje vestido de pieles de cabra". El día en que se produjo el rescate era viernes.
Milagrosamente, el piloto de uno de los barcos había coincidido en algún viaje con Selkirk y pudo dar razón de quién era. Por él nuestro protagonista se enteró que su decisión de dejar el Cinque Ports le había salvado la vida, pues el barco había naufragado en la costa de Perú y los pocos tripulantes que no se ahogaron habían sido encarcelados por los españoles en Perú donde todavía seguían cautivos.
En 1712 Selkirk regresó a Escocia y un año después publicó un relato de sus peripecias que pudo servir de base a Defoe para su novela Robinson Crusoe. Selkirk prefería la vida del mar a la de tierra, por lo que se enroló en la Royal Navy donde falleció de fiebres en la costa africana en 1720.
La isla del archipiélago Juan Fernández en la que Selkirk pasó casi cinco años lleva en la actualidad el nombre de Isla Robinson Crusoe.
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