María de Padilla, amante ¿y esposa? de Pedro I de Castilla

Pedro I de Castilla, conocido como "El Cruel", accedió al trono castellano en 1350, tras la muerte de su padre Alfonso XI. Su reinado estuvo marcado por las constantes luchas con sus múltiples enemigos, tanto dentro de Castilla como fuera de ella y por sus numerosas aventuras amorosas.

Entre sus enemigos castellanos destacaban por encima de todos sus hermanastros, los hijos naturales de Alfonso XI y Doña Leonor de Guzmán, encabezados por Enrique, conde de Trastámara; también sus primos los infantes de Aragón, especialmente el mayor de ellos Fernando, primero en la línea hereditaria hasta que Pedro tuviese un heredero legítimo; y los miembros de la familia La Cerda, presentes en todas las luchas dinámicas de Castilla durante más de un siglo; incluso su propia madre y su principal asesor, Juan Alfonso de Alburquerque, acabaron conspirando en su contra.

Fuera de Castilla, su principal rival fue el monarca del otro gran reino peninsular, Pedro IV de Aragón, "El Ceremonioso"; pero también se ganó la enemistad de hasta tres papas diferentes y era inevitable que Castilla se viese inmersa en la guerra que los dos grandes reinos europeos, Francia e Inglaterra, mantuvieron durante más de cien años, lo que le acabó ocasionando también la enemistad de la Corona francesa.

No obstante, el objeto de esta entrada no es el reinado de Pedro I, sino su relación con la que se acepta generalmente que fue el amor de su vida: la castellana María de Padilla, a la que conoció cuando todavía era soltero. No obstante, como todo monarca de la época, Pedro no estaba destinado a casarse por amor, sino por razones políticas y dinásticas. Por ello, aunque posteriormente declaró que previamente se había casado en secreto con María de Padilla, Pedro contrajo matrimonio en 1352 con la noble francesa Blanca de Borbón, como parte de la alianza castellano-francesa en la Guerra de los Cien Años. No obstante, el monarca castellano siempre había tenido más simpatía por los ingleses y nunca estuvo muy convencido de esta unión; la falta de pago por parte del monarca francés de la dote acordada y los rumores sobre los amoríos entre Blanca y el hermanastro del Rey, Fadrique, durante su traslado desde Francia a Castilla para los esponsales, hicieron que Pedro abandonase a Blanca dos días después de la boda y la mantuviera presa en diferentes lugares hasta su muerte sin volver a tener contacto con ella.

A pesar de su agitada vida amorosa y sexual (llegó a celebrar matrimonio también con la noble Juana de Castro por la que sintió una ardorosa, aunque breve, pasión), Pedro siempre volvía al lado de María de Padilla con la que mantuvo su relación hasta la muerte de ésta en 1361, poco después del fallecimiento de Blanca de Borbón. María de Padilla soportó estoicamente las numerosas infidelidades del monarca, que tuvo varios hijos naturales, y siempre estuvo dispuesta a volver a recibir a Pedro. 

De su relación nacieron tres hijas (Beatriz, Constanza e Isabel) y un hijo (Alfonso) y en 1362 (es decir, muertas ya Blanca y María) ante las Cortes reunidas en Sevilla, Pedro declaró que su verdadera esposa era y había sido siempre María de Padilla con la que se había casado en secreto antes que con Blanca, además de nunca haber consumado el matrimonio con esta última. 

Las Cortes, como no podía ser de otra manera, sancionaron esta declaración, aunque la veracidad de la misma es más que dudosa; su objetivo parece que era más el de legitimar a sus descendientes con María como herederos al Reino de Castilla, cuestión. De esta forma, María consiguió después de muerta lo que le había sido negado en vida: el reconocimiento como esposa legítima de Pedro I "El Cruel". Además, sus descendientes estaban llamados a jugar un importante papel en la Historia de España, aunque esa es otra historia.

El relato de la relación de María de Padilla con Pedro I "El Cruel", así como una completa narración del reinado de este último, se pueden encontrar en la novela "El corazón del rey maldito" de Graziella Sáenz de Heredia.

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