La hija de Larra, pionera de la estafa piramidal
Hoy, que es el aniversario de la muerte del escritor y periodista Mariano José de Larra, me ha venido a la memoria la historia de su hija Baldomera, que puede ser considerada como una auténtica predecesora de los Madoff, Ruiz Mateos, Gescartera y demás artistas de la llamada estafa piramidal.
De entrada aviso que en este post, a diferencia de los demás que escribo, no me baso en libros que he leído o artículos publicados al respecto. De hecho, la primera vez que supe de la historia de Doña Baldomera fue en un programa de radio donde comentaron su caso, y hoy, por ser la fecha que es, he actualizado su información en internet. Si no concreto más algún hecho es porque he descubierto diferentes versiones, pero creo que esta sí es una auténtica curiosidad de la Historia que merece ser contada.
En la década de 1870 Baldomera, tercera hija del famoso escritor Mariano José de Larra fue abandonada en situación bastante precaria por su marido, que había sido médico Real, pero que a la llegada de Alfonso XII tras la restauración (aunque esa es otra historia), decidió hacer las Américas y se largó a Cuba (sin comentarios). Baldomera tuvo que agudizar el ingenio y, según cuenta la leyenda, pidió prestada una onza de oro a su vecina con la promesa de devolverle dos al mes siguiente. Cuando efectivamente cumplió el compromiso, se extendió la historia por el vecindario y más y más gente acudió a Baldomera para conseguir lo mismo. El sistema es bien conocido ahora, desgraciadamente, por culpa de los nombres reseñados al principio, pero no lo era en el Madrid de 1870: captas más clientes nuevos con la promesa de altos tipos de interés (Doña Baldomera pagaba: el 30%¡¡¡¡ de interés), y con lo que te entra vas pagando sus intereses a los antiguos. Se estima que Baldomera, a la que se conoció como "madre de los pobres" llegó a ingresar 22 millones de reales de la época (no me preguntéis la equivalencia en euros, pero según leo era lo que conocemos como "un pastón").
Evidentemente el tema no podía durar siempre y Baldomera, demostrando nuevamente que no era tonta, vio llegar el momento del fin y se largó de Madrid en 1876, dejando en su casa sólo unos miles de reales ante la indignación de sus acreedores.
Fue descubierta en Francia años después, extraditada, juzgada y condenada junto con su administrador. Entró en la cárcel, pero entre que muchos de los estafados se apiadaron de ella y pidieron que se la liberara y que su administrador recurrió la sentencia y ganó el recurso, fue puesta en libertad, sin que se sepa dónde o cómo pasó sus últimos años.
Insisto en que en este caso no puedo concretar más algunos hechos ni recomendar libros sobre el asunto, pero en los tiempos que corren creo que era una historia digna de narrar.
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